domingo, 10 de mayo de 2009

Espero





Esta entrada se la dedico a mi amigo Jonathan Gutiérrez Hibler

Hace casi quince años, durante la copa mundial de futbol, en EU, un niño se sentaba, por primera vez a ver el futbol. Esas cosas no se olvidan, no tan fácil olvidaré ese partido: Alemania vs Bolivia. El partido inaugural del torneo. Durante esas fechas, como durante todas las copas mundiales, el futbol local, en todos los países, se detiene. Sin embargo, ya casi para el final de campeonato que ganara Brasil, durante la semifinal, Italia contra España (justo en el juego que Luis Enrique, delantero de la escuadra roja, recibiera un codazo en la nariz) me decidí a cambiarle al canal. En algún canal de tv. local pasaban un partido de la Femexfut: Necaxa vs Atlante. El juego pintaba terrible para la escuadra del equipo del pueblo. El equipo rojiblanco le metió un baile (7-0) al blaugrana. Manuel Sol, Luis Hernández, Nicolás Navarro e Ivo Basay eran los nombres que resonarían en mi cabeza durante todo el mes.
Mi niñez la pasé en un puerto no muy grande, fueron los ocho años más importantes en mi vida, crecí, conocí y me decepcioné, como todos los niños, en un ambiente playero-panbolero. Arquero nato, jugué en varios equipos de la liga infantil de Huatulco. Todos con nombres de equipos nacionales : El Cruz Azul, Pumitas, América jr., menos los equipos institucionales: Colegio Chahue, Esc. Prim. Adolfo López Mateos, y otro que prefiero no recordar. En las tardes, si no estaba entrenando karate, futbol americano, o pánbol, me la pasaba cotorreando mis amigos del condominio. Todos tenían equipos predilectos. Chivas, como en todos los pueblos, era el que más adeptos tiene. Americanistas perdidos, cruzazulinos perdidos, pumas ignorantes y tuzos extraviados. Cuando tuve que decidir el mío, en mi cabeza resonaba un partido: Necaxa contra Atlante, 7-0 a favor de los rayos. Desde ese momento, el Necaxa se volvió mi equipo, el que, de una u otra forma, representaba las ilusiones y principales características de un niño que apenas sabía que Necaxa era una presa en Puebla.
Necaxa se volvió mi alimento, todos en la escuela hablaban de las virtudes de los jugadores de sus equipos, yo me pavoneaba hablando de Alex Darío Aguinaga, Ivo, Nicolás, Aspe, Peláez, Matador, Cuchillo, Chema, Ratón Zarate, Esquivel...Los años trajeron nuevos jugadores, jugadores que aportaban lo que los viejos en su momento. Necaxa, siempre fiel a su filosofía, nunca fue un equipo goleador, nunca se tiró a la meta rival como animales hambrientos (hambreados). El gladiador tranquilo.

Ver las glorias de mis rayos en el Azteca, un Azteca sin público, y cuando se llenaba eran finales o semifinales, era lo mejor, ver al Necaxa ganar con 5000 (estoy exagerando) personas en la tribuna, me llenaba el corazón de orgullo: "mi equipo no necesita ser popular para ser el mejor". Esa consigna siempre ha perseguido y acotado mis decisiones. El estadio Azteca nos vio coronarnos, nos vio perder finales, nos vio saborear los triunfos más gratos de la historia de los rayos, sin embargo, nos vio hundirnos, nos vio tirados en el suelo, pinchados por la mano de Caín.
EL Necaxa después de ser el mejor equipo de la década pasada, es el peor equipo de la década actual, con el matiz que sólo los grandes tienen. El color rojiblanco la sangre y la paz, guerra y paz, como una dicotomía que nadie comprende y que todos presumen conocer. Necaxa cayó y calló. Nadie es profeta en su tierra, dicen los abuelos. EL Necaxa no es de Aguascalientes, es de mi Ciudad, es chilango.

He conocido pocos necaxistas, todos, ahora, deben sentirse como yo. Deben sentir esa herida en el pecho, esa sensación de vacío.

Se fue le Necaxa, se fue a jugar contra Socio Águila, contra Dorados, contra Mérida. Esperando que dentro de un año, el Necaxa sea campeón de ese torneo y vuelva.


Necaxa, aquí te espero, como Penélope esperó a Ulises.